06 noviembre 2007

Por la casaca más gloriosa

De La Nación de hoy

Por la casaca más gloriosa

El avance de la criminalidad sin sentido parece irrefrenable en este Paraguay desgobernado. Un fanático disparó a mansalva, de la forma más cobarde, desde un ómnibus en movimiento, contra una persona inerme que hoy se debate entre la vida y la muerte. ¿La razón? Que el cobardemente agredido tenía puesta una casaca del club Olimpia, la más gloriosa del fútbol paraguayo.



Ninguna tapa de suplemento deportivo señala el hecho. A nadie parece preocuparle que un cobarde asesino haya disparado contra un jovencito que lo único que hacía era demostrar, pacíficamente, su amor por el mayor club de fútbol del país. Nadie dijo si el asesino fue detenido y nadie insiste en que se le dé la mayor pena posible, tal vez la cadena perpetua por la forma en que se desarrollaron los hechos: Alevosía, ventaja y todos los agravantes habidos y por haber. Ese cobarde debe ser encerrado en el peor de los pabellones de la inmunda cárcel de Tacumbú, para que no salga de allí vivo.

Creo que el club Olimpia debe actuar sin dilación alguna para lograr el más severo castigo para el cobarde asesino. Poblada de los mejores abogados penales del foro, tendría que lograr una condena ejemplar, porque este asunto de las “barras bravas” tiene que ser detenido antes que produzca peores hechos que los que se han producido. No se trata de exhibir banderas con leyendas, sino hacer que la Justicia tenga mano dura, durísima, contra estos cobardes.

En mi carácter de presidente honorario del Club Olimpia manifiesto mi dolor e indignación por tan alevoso atentado. Hay que evitar que en lo sucesivo el odio al grande se manifieste de esta manera.

Todo sociólogo sabe que cuanto más grande es una persona o una institución, despierta mayor odio. Se odia a los mejores; nunca se odia a los mediocres o los retrasados. Es una de las formas de cómo se manifiesta el complejo de inferioridad. Es un sentimiento peligroso, que hay que combatir con energía y sin vacilaciones.

Este hecho deleznable no debe producir enemistad entre los clubes, ni mucho menos. Se trata de un acto demencial de un cobarde que debe ser sancionado para evitar males mayores y que no extiende la responsabilidad a su club ni a sus asociados decentes.

La sanción debe ser rápida, precisamente para que el asunto se detenga ahí, en el acto de un tarado que actuó solo, impulsado por su cobardía. En el fútbol se congregan multitudes y hay que preservar los estallidos. La Justicia, cuando actúa rápido, impide los deseos de venganza, y eso es lo que hay que precautelar.

Firma: ODD
(EL MAS GRANDE)