05 julio 2007

La ética del futuro del Paraguay

La ética es un aspecto fundamental de la identidad humana y de la relación personal con los demás. Se refiere a principios y obligaciones morales que el individuo tiene para con la comunidad y se expresa en términos de comportamiento humano.

El razonamiento ético en función a la sociedad lo hemos perdido en el Paraguay; siendo reemplazado por la búsqueda del éxito fácil y por medios inescrupulosos que terminan perjudicando a los demás.

Por eso, cabe preguntarse en qué momento esta conveniencia de actuar éticamente para el beneficio social ha cambiado entre nosotros. Definitivamente, hemos olvidado que nos debemos los unos a los otros y que hasta el beneficio personal es afectado a largo plazo si no cuidamos el interés general y el bien común.

Para recuperar este razonamiento ético en función a la sociedad, son necesarios un gran cambio de mentalidad y una profunda reforma institucional, capaces de crear un marco adecuado para una nueva organización social que norme la conducta individual y colectiva, y que a su vez modifique el comportamiento de los que afectan el interés de los demás. Para eso es también necesario contar con gobernantes absolutamente convencidos de que el cumplimiento de las normas institucionales es profundamente educativo y, por la misma razón, de gran beneficio para el individuo y toda la sociedad. Este es un factor primordial en la organización social y, por eso mismo, debe ser planteado como parte esencial de las políticas de desarrollo.

Debemos comprender que la libertad debe ser acompañada de normas institucionales capaces de dar un marco adecuado para que la libertad se convierta en un medio útil para el desarrollo y no para facilitar la desorganización social y la irresponsabilidad colectiva. Además, se ha comprobado hace tiempo que los valores y las instituciones no son independientes unos de otros. Es decir, cuanto más débiles son las instituciones, menor valor existe y cuando más sólidas las instituciones, por el contrario, más fuerza tienen los valores.

En nuestro país, personas con valores éticos no tienen cabida en el presente, porque para su expresión son necesarias las oportunidades, las verdaderas libertades políticas y las facilidades sociales otorgadas por instituciones sólidas. En este momento, pareciera que confiamos más en las oportunidades que pueden dar las redes ilegales organizadas que gozan con las instituciones débiles. Por eso, es comprensible la insatisfacción y la emigración (huida) de muchos paraguayos para cuyas familias el nivel de vida era mejor en el pasado y cuyos miembros actualmente cuestionan seriamente los réditos y los valores de la democracia del Paraguay. Estos cuestionamientos son reforzados por el fracaso de la gestión gubernativa actual.

Si partimos de la base de que el desarrollo en democracia debiera tener como meta promover el bienestar de la mayoría de la población ¿cómo es que actualmente tenemos los peores índices de pobreza y es tan mala la distribución de la riqueza que promueve el bienestar solamente de unos pocos?

Definitivamente, los ciudadanos nos vemos de vuelta obligados a luchar por la supervivencia como nación. Por eso necesitamos desesperadamente nuevos liderazgos que utilicen la política como un instrumento del desarrollo y no para satisfacer las ansias desmedidas de poder político y económico de unos cuantos.

Estoy convencido de que la fuerza nuestra radica en nuestra capacidad de generar nuevas ideas y nuevas formas de hacer política. Es aquí donde la ética, más que nunca, se vuelve una exigencia si queremos un futuro mejor. No somos concebibles como nación si seguimos viviendo en una sociedad sin valores y normas éticas, porque de esta manera una sociedad inexorablemente se destruye.

Ese fundamento ético está latente en nuestra disposición humana de paraguayos capaces de sentir al otro compatriota como a nosotros mismos. Debemos verificar el despertar de este sentimiento de nuevo entre nosotros, y desde ahí cultivarlo de vuelta como una virtud, en vez de mantenerlo anestesiado con fines mezquinos.

Víctor L. Romero; Médico Especialista Diplomado del Consejo Americano de Psiquiatría y Neurologí

No hay comentarios.: