17 julio 2007


Mirar hacia el pasado, un arma de lucha contra el cambio climático

Desde el enigma de la Isla de Pascua hasta la hambruna que asoló India en el siglo XIX, el pasado arroja pistas clave para la lucha científica contra el cambio climático, que amenaza cada una de las regiones agrícolas del mundo.


Los países pobres tropicales serán los primeros afectados por el aumento global de las temperaturas previsto para este siglo, con inundaciones y sequías que llevarán inevitablemente a la desnutrición de sus habitantes, según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos en la evolución del Clima de la ONU (IPCC) .

Ante esta amenaza, los científicos se vuelven hacia el pasado, explorando cómo las distintas civilizaciones hicieron frente a peligros similares y si lograron salir adelante o fueron borradas del mapa como consecuencia de un
“ecosuicidio” - suicidio ecológico -, en términos del académico estadounidense Jared Diamond.

Diamond cita como ejemplo la Isla de Pascua, un pedazo de tierra aislada en el océano Pacífico, que antaño llegó a albergar a una población de 20.000 personas.

Sus habitantes se extinguieron en el siglo XVIII, matándose entre hermanos o incluso practicando el canibalismo, después de que fueran talados todos los árboles, fuente de combustible y madera para la construcción.

En el actual México, una sequía prolongada acabó con la moderna civilización maya hace un millar de años, mientras que el último asentamiento de vikingos en Groenlandia se esfumó en el siglo XV víctima de la “Pequeña Edad de Hielo” .

“En los peores casos de catástrofes, la gente emigraba o moría” , señala Diamond, profesor de geografía de la Universidad de California, en su aplaudido libro “Collapse: How societies choose to fail or succeed” (Hundimiento: Cómo las sociedades eligen fracasar o vencer) .

Establecer cuáles fueron los errores de las poblaciones es igualmente una prioridad para los científicos de hoy en día.

Por ejemplo, según Evan Fraser, de la Universidad británica de Leeds, existe un detonante común entre hambrunas que se sucedieron en siglos y lugares distintos.

Fraser analizó la Hambruna de la Patata en Irlanda (1845-1850) , por la que murió cerca de un millón de personas, y las hambrunas que mataron a unos 45 millones de personas en la colonia británica de la India (1875-1902) y un millón en Etiopía (1984-1985) .

Aunque una plaga provocó el mal irlandés, la ausencia de lluvias el indio y la sequía el etíope, los tres tuvieron algo en común: sus sistemas agrícolas y de protección del entorno eran frágiles.

En Irlanda, los cultivadores de patatas poseían tierras abiertas, lo que facilitó la llegada de la plaga y en India, los bosques que podrían haber preservado la humedad, habían sido talados por los británicos para sus plantaciones de té.

En el caso de Etiopía, la colectivización de la agricultura a finales de los 70, según el modelo soviético, acabó con las pequeñas comunidades de agricultores, los únicos que poseían los conocimientos necesarios para responder a una crisis.

Según Fraser, la comprensión de este tipo de desastres puede convertirse en un instrumento muy útil para diseñar sistemas agrícolas capaces de hacer frente al cambio climático y prevenir que los desastres naturales se ceben con las poblaciones.


AFP

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